Pasión por las estaciones
Con su toque original, ‘sin etiqueta’ y completamente honesto, John Garzón ha logrado consolidar una empresa familiar que inició su papá hace más de 30 años y que hoy es ejemplo en el sector de la distribución minorista.
“De este negocio y de andar pelao yo sí sé. Yo me dediqué solo a esto. A mí me gustan las estaciones y yo sé de este negocio. Cuando a uno le gusta hacer algo, uno lo disfruta. A mí me apasiona el tema y quiero seguir haciéndolo por mucho tiempo”.
La frase de John Garzón define muy bien el corazón y el destino de un hombre que ha dedicado su vida por entero al fortalecimiento de la distribución minorista de combustibles en el país.
Su historia con las estaciones de servicio comenzó hace cerca de cinco años con la EDS la Joya, ubicada en el kilómetro 88 de la vía Bogotá-Tunja, por una revelación divina, como él mismo lo dice.
“Ese era un proyecto que se tenía pensado hace mucho tiempo. Mi papá arrancó con ese proyecto, pero duró 10 años cerrado, no se pudo concluir por la mala planeación. Mi familia es muy creyente en Dios, aunque yo no soy el mejor ejemplo de eso, sí soy un hombre temeroso de Dios, creo en las cosas de Dios. En plena pandemia, Dios me habló a mí y me dice que haga mi estación. Se me metió que tenía que parar ese proyecto, conseguí la plata prestada y terminé mi primera estación de servicio. Fue como una revelación divina, se lo juro, tengo a Dios por testigo”, asegura John convencido.
Luego vino la EDS El Límite, una estación espejo, casi al frente de La Joya, en la vía Tunja-Bogotá, donde tuvo literalmente que bajar una montaña para poner la estación. “Soy el único loco que baja una montaña para poner una estación”, dice.
En Otanche (Boyacá), cuando visitaba algunas estaciones antiguas para hacerles mantenimiento, le propusieron un negocio. “El pueblo me gusta, es un pueblo minero, eso mueve mucha gente. Nos asociamos con una gente de la región, ellos pusieron el lote y yo construí la estación, que hoy se llama EDS Acapulco”, afirma.
Su cuarta estación llegó el año pasado, una EDS que fue construida hace más de 50 años y que dejaron abandonada en San Pedro de los Milagros (Antioquia); y se le dio la oportunidad de hacer un negocio con los propietarios. Esta estación la inauguró a comienzos de octubre.
De la mano de CCC
Todas sus estaciones están certificadas con CCC y fueron construidas desde ceros y completamente planificadas. “Para mí, CCC ha sido un aliado estratégico. No es una compañía que lo coja y lo apriete a uno. Siempre he sido cumplidor de la norma, pero tener un asesor como ellos siempre es una garantía. Siento que es una ayuda para uno como empresario”, dice.
Se encontró con CCC por esas cosas del destino. Se fue a construir una estación a un amigo en Mesitas del Colegio (Cundinamarca) y le recomendaron al ingeniero José Uriel Salazar, porque en ese tiempo yo no sabía mucho de la norma para las estaciones. “Desde que conocí a ese señor, todo lo que yo hago le pido a CCC que me mande a ese ingeniero, porque fue el primero que me atendió, me orientó y certificamos esa estación. Sin mentirle, desde ese momento he certificado con CCC unas 60 estaciones de servicio. Hermano, esos manes no lo dejan a uno botado nunca”, asegura orgulloso.
Una vez llegó a la gerencia de su empresa familiar, en 2012, John ‘desplegó sus alas’ y amplió su portafolio de servicios dedicados exclusivamente al negocio de construir estaciones de servicio. Recibió la empresa con 8 empleados y hoy son más de 90 dedicados a la construcción de estaciones y la atención de sus cuatro EDS.
Pero, ¿de dónde le viene toda esa pasión y carisma a John Garzón por las estaciones de servicio?
Claramente de don Carlos Garzón García, su papá, dueño y propietario de CG Grupo Empresarial Ingeniería y Diseño SAS, una empresa dedicada hace más de 30 años a la construcción y mantenimiento de estaciones en todo el país, donde John es gerente desde hace 13 años.
“Mi papá arrancó con el tema del mantenimiento. Yo le heredo el negocio a los 20 años y llevo 20 años ahí metido. Él hacía caso y nosotros hacemos caso. Hermano, mi papá hacía lo que nadie hacía en esa época, limpiar cañerías, desperdicios, hacer resanes en las losas, limpiar las haches de los precios de 15 metros de alto… Él nos enseñó toto a mí y a mis cuatros hermanos. Él andaba con una caja de herramienta en un Renault 18 por todo el país visitando estaciones. Él era el patrón de nosotros”, dice John orgulloso de su padre.
Volar muy alto
Una vez llegó a la gerencia de su empresa familiar, en 2012, John ‘desplegó sus alas’ y amplió su portafolio de servicios dedicados exclusivamente al negocio de construir estaciones de servicio. Recibió la empresa con 8 empleados y hoy son más de 90 dedicados a la construcción de estaciones y la atención de sus cuatro EDS.
“Tomé la decisión de empezar de abajo haciendo gallitos, cambios de spill, cambios de tuberías, cambios de cajas contenedoras, cambio de tanques, cambio de canopys, cambio de tuberías, haciéndome conocer en el negocio. Después le mandan a hacer a uno lo que salga. Ya en la gerencia arranqué a meterme en todo loque saliera”, afirma.
Hoy, John le hace mantenimiento en las estaciones propias de Terpel, uno de sus grandes clientes, y a otras empresas mayoristas que confían en sus servicios y su credibilidad en el negocio.
En la empresa, cada uno de sus hermanos tiene un rol específico en diferentes áreas como servicio técnico, metrología, mantenimiento, la parte administrativa y financiera. Su esposa es la jefe de recursos humanos. Aunque su papá hace parte de la nómina de la empresa, ahora dedica sus horas a pasar revista a las estaciones y llevar sus nietos al colegio en la ruta donde él es el conductor. “Todos metidos en el cuento”, como él mismo lo dice.
Sobre una posible tercera generación para su empresa y su negocio de estaciones, John aún no lo tiene claro. En lo que no tiene dudas es en cómo educar a su hijo de 16 años con mentalidad de empresario. Y en eso está.
“Mi hijo mayor se gradúa este año de bachiller y a partir de noviembre entra a ser parte del equipo de mantenimiento de CG. Va a trabajar de día y a estudiar de noche. Si a este huevón que es mi hijo mayor no le inculco a que sea empresario, a que se preocupe, a que se unte, a que sepa que el trabajador no es un esclavo sino un aliado para uno, hermano este man acaba la empresa en dos años”, concluye.
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