‘Tenemos claro para dónde va este negocio’

Toda una vida ligada a las estaciones de servicio le permiten a Yaser Quintero tener la convicción clara de lo que debe hacer para asegurar la sostenibilidad de su patrimonio familiar. Conozca su historia.

Los 51 años de vida de Yaser Quintero han transcurrido siempre ligados a los combustibles. Desde muy pequeño su alma se impregnó del olor a gasolina y diesel, y prácticamente podría decirse que fue criado en una estación de servicio.

“Estoy en una estación de servicio desde que tenía 8 años. Soy segunda generación de propietarios. Mi papá comenzó todo el negocio hace muchos años y yo me fui involucrando con el paso del tiempo. Fui islero, almacenista, auxiliar contable, secretario, administrador, gerente y ahora encargado de toda la operación de las estaciones de la familia. Se lo que es estar despachando combustible y el ‘cucuyeo’ que da en los pies por estar todo un día de pie caminando por la estación”, afirma Yaser. 

Todo lo que ha logrado en su vida se lo debe en buena parte a don Neftalí José Quintero Carrascal, su papá, quien inició el negocio por allá en los años 70 cuando atendía su granero en el mercado público de Santa Marta y le ofrecieron un lote en una importante vía de la ciudad. Allí puso un lavadero de carros, que pronto llegó a ser reconocido como uno de los mejores; pasó de lavar 20 carros diarios a lavar 250 carros en un solo día. 

Un día viendo a un compadre suyo vender petróleo en unas zorritas jaladas por caballos, se le ocurrió proponerle un negocio y poner un surtidor para vender kerosene en el lavadero. Esa fue su primera estación, que aún funciona hoy en Santa Marta, en una esquina muy conocida en la ciudad. 

“Mi papá todo el tiempo tuvo una visión muy grande para los negocios. Por cosas de la vida solo estudió hasta tercero de primaria, pero todo lo que se proponía lo hacía; tenía una tenacidad muy fuerte y además lo conocía todo el mundo”, recuerda orgulloso Yaser. 

Don Neftalí fue el primero que montó las estaciones con el concepto de multiservicio, con hospedaje, restaurante, lavadero y engrase en aquella época; es decir, una estación con todos los servicios integrales como se conocen hoy. 

El éxito de la naciente estación y su lavadero no tardó en generar envidias y amenazas que obligaron a la familia a buscar suerte en otra ciudad. “Vendimos el negocio y nos trasladamos a Barranquilla, a una estación que se llama Puerta de Oro, donde yo hice todos los cursos y la maestría en este tema. Allí aprendí todo lo que sé de estaciones de servicio”, asegura.

Aunque Yaser quería ser ingeniero electrónico terminó estudiando sistemas en la Universidad del Norte en Barranquilla y luego administración de empresas y Derecho. Cuando se graduó tuvo la oportunidad de trabajar en la Organización Olímpica, pero su papá le mejoró la oferta salarial para se quedara trabajando con él. Empezó trabajando en cargos directivos, como subgerente, hasta que llegó el día en que tuvo que hacerse cargo de todo el negocio de su familia. 

El día D

En 2004, por una calamidad familiar, su papá cayó en coma y durante 16 años estuvo en ese estado, hasta su muerte el 24 de marzo de 2020. Yaser tenía 30 años cuando tomó las riendas del negocio familiar. 

“Eso fue tremendo, porque ante una situación de estas nadie está preparado y mi papá cae enfermo en la época en que estamos creciendo como empresa familiar. Es un tema que yo no se lo deseo a nadie. El mismo Dios me venía preparando para poder enfrentar esta nueva exigencia. Me tocó a la fuerza asumir esa responsabilidad y coger las riendas de todo, y aquí voy, agarrado siempre de la mano de Dios”, explica.

Yaser controla la operación de cinco estaciones de la familia, cada una con su propia personalidad, como él mismo lo dice. “Cada estación es como una persona, cada una tiene su propio temperamento, su propio comportamiento. Algunas son más bonitas que otras por la complejidad del sitio donde están ubicadas. Cada estación es un mundo diferente, se adaptan al sitio y al tipo de cliente que llega; depende mucho del entorno donde está ubicada, pero al final se maneja una misma identidad en todas”, asegura.

Y en esa tarea está todos los días, buscando alternativas de cómo seguir siendo vigente en este mercado, facilitando los procesos o brindando soluciones a los problemas que se le vayan presentando, tal como el significado de su nombre Yaser: rico, próspero o el que facilita las cosas o soluciona.

En Cartagena, la EDS Automotriz Jamaica y la EDS Punta Cana; y en Barranquilla la EDS Automotriz Atlántico y la EDS Automotriz La Rivera. La otra estación, EDS Palermo, la tiene arrendada directamente a Terpel. Todas son de bandera Terpel, pero no todas están bajo la misma razón social. Algunas están a nombre suyo y otras a nombre de Orange, que es la comercializadora de la familia.

“Yo le doy gracias a Dios porque mi papá dejó un nombre reconocido como líder de venta de combustible y siempre lo hemos logrado enaltecer y mantener. Siempre tenemos claro para dónde va este negocio. Yo soy muy inquieto y estudio nuevas alternativas y estrategias porque los mercados van cambiando, los consumidores cambian. Cómo hacer que el consumidor te prefiera a ti y no a la competencia. Para eso hay que mirar el servicio, un buen precio, los tiempos de despacho, que la media sea buena, la calidad del producto. Hoy en día, según mi visión, el que solo se quede vendiendo combustible se va quebrar, porque las estaciones deben volverse multiservicio, como lo planteó un día mi papá”, sostiene.

Y en esa tarea está todos los días, buscando alternativas de cómo seguir siendo vigente en este mercado, facilitando los procesos o brindando soluciones a los problemas que se le vayan presentando, tal como el significado de su nombre Yaser: rico, próspero o el que facilita las cosas o soluciona. 

Así lo demostró cuando tuvo que ‘parar’ la estación de Punta Cana en Cartagena, que recibió con ventas de cero pesos después de tenerla arrendada, y la llevó a ventas de más de 107.000 galones mensuales. “En una estación de servicio uno aprende de todo. Para manejarla bien hay que tener habilidades de todo: comerciante, marketing, estrategias de precios, relaciones con los clientes… Siempre es un reto tomar una estación y ver hasta que potencial la puedes llevar”, dice. 

Aliados y familia

En esa vida ligada a sus estaciones de servicio ha contado con aliados estratégicos como CCC, la empresa que certifica todas sus estaciones y con quien trabaja desde hace varios años.  

“En el momento de certificar las estaciones, Erik Correa me apoyó mucho y ha sido pieza fundamental en todo el proceso de certificaciones y de conocer de cerca la normatividad. Admiro a Erik porque ha tenido un crecimiento positivo con CCC, incluso por encima de esa competencia tan fuerte de empresas extranjeras. Hemos estado agarrados de la mano de CCC desde que él arrancó en Barranquilla y tenemos el compromiso de siempre estar haciendo las inspecciones anticipadas para no tener que reaccionar ya tardíamente”, anota. 

Yaser tiene claro que construir un negocio familiar de estaciones de servicio es una tarea que requiere un grupo de trabajo unido, que sabe lo que hace y para dónde va. 

“Gracias a Dios he contado con buenos administradores y un equipo de trabajo que me ha apoyado en todo este proceso. Aquí trabajamos como una familia, esto es una familia: Danith, Olga, Sandra, Cristian, Michael, mis administradores, todos ellos al final del día se vuelven parte de mi familia. Uno siente el cariño de la gente y eso no tiene precio”, dice.

Y tiene abierta la puerta para una tercera generación del negocio familiar con alguno de sus dos hijos, que por estos días lo visitan en cualquiera de las estaciones donde permanece a diario.

“Mi hijo mayor quiere estudiar ingeniería mecánica y mi hija apenas tiene 15 años y está en el colegio. Hay que esperar y darle tiempo al tiempo. Les estoy ofreciendo una libertad que yo no tuve, la libertad de escoger algo en lo que ellos se perfilen. Igual, aquí se aprende bastante; si mis hijos quieren venir a trabajar conmigo, tienen las puertas abiertas”, concluye.